DE Durante la época colonial, la Villa de Jerez de las Cholutecas (incluida la parroquia de Nacaome) ha venido funcionando como cruce obligatorio de los caminos reales y de herradura, para aquellos comerciantes que llegaban desde Guatemala, Comayagua, Tegucigalpa, Olancho, Danlí, el distrito de El Salvador, la provincia de Nicaragua y posiblemente la provincia de Costa Rica. Con sus recuas de mulas cargadas de mercancías y “paquetes”, pernoctaron en Choluteca, un par de noches, en los pasillos externos de las casas coloniales, continuando luego sus caminatas en varias direcciones.

El tráfico comercial y financiero aumentó con el descubrimiento y explotación de las minas de “El Corpus”, especialmente en el siglo XVII. Y con mayor intensidad a través de la presencia de inmigrantes y colonos europeos que en la segunda mitad del siglo XIX se asentaron, inicialmente, en Amapala, y luego en la ciudad de Choluteca, ramificándose por toda la franja sureste de Honduras hasta llegar a Olancho y la zona central. del país, principalmente en Tegucigalpa y el valle de Comayagua, con la instalación de las sedes de sus empresas y las respectivas sucursales.

A pesar de la aridez característica de la llanura costera del sur de Honduras, y de los vaivenes de sus acontecimientos históricos y políticos, la producción agroindustrial en los departamentos de Choluteca y Valle ha crecido exponencialmente en las últimas tres o cuatro décadas, con fuertes volúmenes exportables. Durante el siglo XIX, Amapala se había convertido en uno de los puertos más importantes frente al Océano Pacífico del continente americano, hasta que paulatinamente fue cayendo en el abandono debido a la Segunda Guerra Mundial y el olvido de sus propias autoridades municipales. En los últimos cincuenta años, el puerto de San Lorenzo, en tierra firme, ha venido a sustituir, con grandes limitaciones, la capacidad agroexportadora de la zona sur y otras partes de Honduras.
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Digamos que los departamentos de Choluteca y Valle se han convertido en un verdadero emporio económico a través de la diversificación de su producción agrícola, teniendo como principales sectores el cultivo de camarón, caña de azúcar, melón, sandía y okra (o «okra»). ), mercadería alimentaria que ha logrado consolidarse con relativo éxito en excelentes nichos internacionales, además de abastecer los mercados locales. De ahí que decenas de miles de ciudadanos se preocupen por sus empleos y el puerto de destino y la respectiva reciprocidad de los socios comerciales que reciben, o dejan de recibir, cada uno de esos productos.

Sabemos que el camarón de las costas del Golfo de Fonseca tiene buena aceptación en los mercados asiáticos, pero que actualmente ha experimentado una peligrosa caída en su producción y exportación, en perjuicio de Honduras. El melón del sur, por su parte, tiene buena aceptación en los mercados españoles. El azúcar que se produce tanto en el sur como en el norte se recibe en los mercados estadounidenses. Y lo mismo podría decirse de la okra y la tilapia. El buen café hondureño se disfruta, como manjar, en Alemania y otros países. Lo que pasa es que nos falta conciencia de nuestras posibilidades internas y externas. Lo cierto es que por las carreteras y caminos de la zona sur se mueve una extraordinaria cantidad de carga hondureña y extranjera, que muy pocos estudiosos han logrado dar cuenta. Espero que esta perspectiva nunca se pierda.